martes, 19 de abril de 2011

kissme.


Era un día como otro, el bar de siempre, los amigos de siempre, esos nervios que habían surgido después de aquella conversa. El no saber como mirarle, la sonrisa nerviosa, el: "me siento tonta, ¿que le digo?" en voz baja a mi amiga que está sentada al lado. Me temblaban las piernas y cada vez que su cuerpo rozaba el mío me estremecía, cuando me miraba me perdía en sus ojos y me quedaba embobada..¿pero que me estaba pasando? me prometí a mi misma que no me volvería a pasar, y aquí estoy, cagada de miedo..por un tio! ¿que es esto? ya hacía mucho tiempo que me dije a mi misma que no volvería a tener estas sensaciones nunca más..asique, en ese instante pasé del sudor de mis manos, del temblor de mi cuerpo y actué con total normalidad...así fué la tarde hasta que me desarmó con  un: "¿me acompañas un momento?" por dios, como resistirme con esa sonrisa..que me invitaba a seguirle hasta el fin del mundo. Y así fué, con un "vuelvo ahora" se derrumbaron mis principios.
Hacía frío, pero apenas lo notaba, mi cuerpo ardía en el nerviosismo, por la curiosidad de saber que pasaría. Sus amigos caminaban a unos metros y él se paró a mi lado, pero seguimos caminando, risas, palabras nerviosas, suspiros..¡que estúpida me sentía! El trayecto terminó y nos quedamos quietos, sin saber qué decir, mis piernas me pedían huír lejos, pero no podía estar en un sitio mejor, en frente a él, perdíendome en sus ojos y en su boca, paralizada. Él me abraza y es correspondido..dios! su calor es tan acogedor...podría pasarme abrazada a él toda la vida..Me da un beso en la mejilla y mi cara arde, no quiero separar un centímetro más mi boca de la suya, quiero que se acerque más y aprenderme de memoria su forma de besar.. Nos miramos fijamente preguntándonos "¿Qué hacemos?", de repente nos besamos contestando "Que más da, importa poco lo que hagamos, estamos haciendo lo que queremos y ahora".
Me despido de él y me doy la vuelta, pero mi cuerpo desea volver junto al suyo. Me descubrí al llegar al bar con una sonrisa de oreja a oreja cuando me vió mi amiga, marcando en el calendario un veinticinco que nunca jamás olvidaré.

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